Resucitar es volver a la vida después de haber estado muerto. En la Biblia aparecen varios casos de personas resucitadas, como Lázaro o Tabita, quienes más tarde morirían definitivamente al finalizar su ciclo vital. Pero cuando hablamos de Jesús, nos referimos a otro tipo de resurrección. En un día en que toda la cristiandad celebra la resurrección de Jesús, concluimos la serie sobre los últimos días de Jesús sobre la Tierra. Hemos seguido la narración de los Evangelios para hablar sobre este acontecimiento con el pastor evangélico Julio García Celorio, quien opina que “el gran desconocimiento que existe en España de la Biblia ha provocado una gran pérdida. La Palabra de Dios es inspirada. Y tanto el que la escribió como el que la lee, puede tener una experiencia con el Creador. El Espíritu de Dios puede hacernos entender lo que está escrito”. También reflexiona que, para los cristianos, es relativamente fácil celebrar la resurrección 2000 años después. Tenemos los relatos de los testigos, evidencias históricas, pruebas arqueológicas y documentos históricos. Pero, en el momento de la crucifixión de Jesús, los discípulos están rotos. No imaginaban que el cuerpo de Jesús pudiera desaparecer ni recordaban nada de lo que él predijo sobre su muerte. Les pilla totalmente por sorpresa. Viven una mezcla de estado anímico de frustración con la euforia del anuncio de la resucitado. Según Julio, la aparición de Jesús a sus seguidores rompió sus esquemas. Atravesó paredes. No tenía el mismo cuerpo. Pero tienen la convicción de que es él; le han visto y le han oído. Hasta la duda de Tomás la considera necesaria. La búsqueda es fundamental. “La sinceridad es una de las cosas más valiosas. Si no tienes fe, pero la buscas; si quieres tener una experiencia con Jesús, es cuestión de decir como Tomás: Yo quiero verle”.