Integrar a Dios en todas las circunstancias de la vida presente y también en la vida más allá de lo que podemos ver y palpar, puede parecer exagerado para muchas personas, incluso siendo creyentes. Sin embargo, la familia que hemos entrevistado en esta ocasión no lo cree así. Ellos son Daniel y Eva, que junto a sus dos hijos David y Sonia, han abierto las puertas de su casa y también nos han abierto sus corazones para contarnos qué es lo que más seguridad les da en la vida. Ambos crecieron en familias que buscaban el sentido de la vida. En el caso de Eva, fue a través de su madre que llegó a conocer a Jesús como el Hijo de Dios y cuenta: “tenía un vacío en mi corazón, y empecé a anhelar y desear también conocer a Dios y ver esa paz que tenía mi madre, tenerla yo”. Dani creció conociendo todas las verdades contenidas en la Biblia, pero llegó un momento en que se enfrentó a la decisión de aceptarlo o rechazarlo para sí mismo, ya que la relación con Dios no se hereda de padres a hijos. Relata que “llegó un día delante de Jesús, y oré a él, dije que no quería tener más dudas…. Y ese día pues quedó marcado en mi corazón y lo tengo claro desde aquel momento”. Esta pareja, él madrileño y ella gaditana, se conoció en los campamentos de verano organizados para jóvenes por sus respectivas iglesias. Es un ambiente donde conocer a otros jóvenes con tus mismos principios de vida y a la vez crecer en tu fe. Ambos han aprendido a dejar que Dios lleve “las cosas a su manera”, a depender de él, confiando en que su futuro está seguro en las manos de Dios.